martes, 6 de mayo de 2014

Naranja

Hace tiempo que no toco el blog y es que desde que reventaron la Cueva con dinamita, el Monstruo ha vivido numerosas historias. Estas historias me han marcado y muchas, puede que me hayan cambiado para siempre. Hoy os dejo una poesía. Es mi manera de retomar el blog.


Bajarás la escalera y pensarás
que te diriges al lugar donde no eres nadie.
Pero, ¿Acaso eras algo arriba?
¿Acaso no estás bajando la escalera 
que encontraste al bajar la otra escalera?

Tomas asiento, pensando que
hace ya que no ves lo azul del cielo.
Hace ya que no ves los verdes pastos.
Hace ya que sólo habitas los subsuelos.

Y el reloj echó a rodar tiempo atrás
cuando todos los segundos, placenteros
te marcaban el tic tac de cada día.
Saludaban al minuto al minutero
y a la lenta aguja chica de las horas.
Esas horas que despacio consumieron
como llamas las cenizas de una vida
de la vida adolescente de un carnero.

Cierto es que dura empieza a ser la silla
y sin quererlo ni notarlo alzo el cuello
al sonido de unos folios que transpiran
tinta azul, azul de un boli azul del cielo
(¿Ese cielo que tanto echabas de menos?)

Y siguiendo en una línea el desconsuelo
mis dos ojos recorrieron, más arriba,
los reflejos de un mechón marrón de pelo
y los labios despeinados de otra chica.

Que, ¿Quién sabe si bajaba la escalera 
o si a paso lento el viento la subía?
Que, ¿Quién sabe si cualquiera de estos días
que separan esta etapa de la eterna
cruzaría otro mechón la travesía?

¿Y la vía?
¿En que tramo estará abierta?